FRANCISCO RODRÍGUEZ OCHOA

Familiar y cariñosamente conocido como “Paco Ochoa”, nació en Facinas un tres de abril de mil novecientos sesenta.

         Hijo de  Cristóbal Rodríguez y Lola Delgado. Hermano de Antonia y Pepi. Casado con Francisca Gálvez Delgado, con la que tiene dos hijos, Francisco, con veintitrés años y Pedro con catorce. El mayor le pica ya el gusanillo de la cocina, donde ha triunfado Paco. Pedro estudia.

         Recordamos a Paco cuando vivía junto a su familia en la primera casa del pueblo, entrando por el Tajo del Síndico. Fue un niño más de la época, amigo de los suyos, despierto y dispuesto a buscarse un porvenir.

         Para ello, junto con otros de su edad ingresaron en la Escuela de Hostelería de San Roque, un centro que ha repartido beneficio a muchos de estos jóvenes, preparándolos para una profesión tan solicitada en un país que pretendía hacer del turismo una de las bases de su economía.

        Reconoce Paco que, aunque en la práctica se aprende mucho, la enseñanza que recibió en aquella escuela fue primordial para su preparación.

         Tenía catorce años cuando salía por vez primera del pueblo.
         Con dieciséis marcha a Mallorca de práctica en el Club Mediterráneo. Aún recuerda la aventura de un viaje en barco hasta Barcelona y en avión hasta Mallorca. Solamente acompañado por otros de su edad y una pesada maleta. Muchas ilusiones, pero también muchos miedos. Era un niño todavía.

         Finalizados los estudios entró a trabajar en el Hotel Meliá de Alicate, donde permaneció ocho años.

         Tras el paréntesis de la mili, regresa a la actividad, ahora en el  Hotel Atlanterra de Zahara de los Atunes, donde permaneció desde el año mil novecientos ochenta y tres, hasta el ochenta y seis.

         Ese mismo año ingresa en el Atalaya de San pedro Alcántara, donde estuvo hasta mil novecientos noventa y tres.
         Hasta aquí había pasado por todos los puestos de la cocina de estos grandes hoteles, donde iba aumentando sus conocimientos y ganando el respeto de las empresas.

         Fue en la etapa que va desde  el año noventa y tres, hasta el noventa y ocho, cuando conquista la máxima categoría en esta profesión. Fue nombrado jefe de cocina del Hotel Centenario de Cáceres.

         Un nuevo traslado vería el  año noventa y ocho; el que le llevó hasta el Occidental Costa del Sol de Estepona, donde mantiene ya la categoría de Jefe de Cocina.

         En el dos mil seis vive las aventuras de Playa Bávaro, seis meses y Rivera Maya, tres meses.

         Dos mil siete en Gran Canarias, dos mil ocho Occidental de Sevilla, frente a la estación de Santa Justa.

         Desde el dos mil nueve permanece como jefe de las cocinas del Andalucía Ibersol en Estepona, un enorme complejo de alojamientos, restaurantes, piscinas y todo lo máximo para el relax y las vacaciones.

         Sus conocimientos y personalidad en el mundo de la hostelería le han llevado a participar en convenciones, donde participan aquellos que aportan ideas y experiencias para el buen comer. Con ese fin se ha desplazado últimamente a Marrakech, Agadir, y el pasado año en Turquía.
         Con todo lo escrito, no hace falta hablar más de este amigo. Aquí se ha demostrado que la cocina es su vida, que la honradez y celo es su bandera, y por eso está donde está.
         Una vez más tenemos que enorgullecernos de nuestros personajes.